Hay todo un debate acerca de la figura del sujeto político del feminismo. Se trata, al parecer, de la aparición de una mujer nueva o, más bien, de su desaparición.
¡Qué difícil es para la mujer de hoy liberarse de esa capacidad, que cientos de siglos le han forjado dentro, de asimilarse al hombre que el destino ‘le ha otorgado como dueño’! ¡Qué difícil convencerse a sí misma de que, también para la mujer, resulta un crimen renunciar a su propia personalidad! (…) (Kolontai, 1918: 80).
Las Teorías Queer nacen en la academia de la mano del pensamiento postestructuralista encabezado por los estudios, entre otros, de Michel Foucault. Para el filósofo francés los individuos determinan qué es lo anormal en función de lo normal siendo lo anómalo lo excluido. Foucault rompe con Marx defendiendo la existencia de una nueva «economía» del poder, es decir, procedimientos que permiten hacer circular efectos de poder de un modo a la vez continuo, ininterrumpido, adaptado e «individualizado» en el cuerpo social entero. (Foucault, y Varela y Álvarez Uría, 1999: 41-56). […]
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