La censura a través del acoso
Las mujeres que se oponen al generismo queer, está siendo objeto de una persecución manifiesta e intolerable. Al ser las feministas las primeras en enfrentarse y poner de manifiesto la vulneración de derechos que supone, es el sector más afectado.
Esta persecución incluye acoso, actos de censura y amenazas que proliferan en las redes sociales, llegando a manifestar una violencia machista extrema con amenazas de muerte y exposición de la vida privada incluidas, que se aceptan con inusitada normalidad.
Pero no solo: en distintas universidades anglosajonas, las feministas están siendo acosadas en sus clases y conferencias y coaccionadas físicamente. Numerosas reuniones de feministas -en Reino Unido, Canadá o Estados Unidos- han sido atacadas con violencia por el activismo generista. Incluso refugios de mujeres víctimas de violación, han sido vandalizados por no admitir a hombres que afirman «sentirse» mujeres.
El objetivo es claro: la inquisición que defiende que el «genero» es una identidad quiere silenciar y amedrentar a las mujeres y a sus organizaciones para evitar que se cuestionen sus leyes de borrado de las mujeres.
Si se aprueban esas leyes, el acoso y el silenciamiento se arman con herramientas poderosas porque se introduce en la legislación, como delito de odio, cualquier discrepancia con su pensamiento misógino. En segundo lugar, establecen como punible cualquier opinión que manifieste que ese «sentimiento interno» no da derecho a borrar el sexo como categoría jurídica.
El delito de discurso de odio podría convertirse en una forma moderna de blasfemia. La sanción se basa en la opinión mayoritaria de la comunidad y en su cambiante criterio acerca de lo políticamente correcto. Como consecuencia, se pueden castigar comentarios que alguien califique de ofensivos, pero que no han generado ningún daño real. Por ejemplo, el generismo queer acusa de delito de odio al feminismo y a quienes manifiestan la existencia del sexo biológico y su validez jurídica, estadística, sanitaria etc. Es decir, el delito de discurso de odio permite que se restrinjan libertades para no “herir sentimientos” aunque estos sean contrarios a la ciencia. Para profundizar en este tema se puede consultar
Hechos
El feminismo, en el legítimo ejercicio de la defensa de los derechos de las mujeres basados en el sexo, ha denunciado y denuncia el carácter misógino y reaccionario de la ideología del generismo queer. Estas denuncias, tanto en España como en otros muchos países, ha desatado la reacción virulenta del activismo queer.
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El generismo se escuda en la defensa de derechos de las personas transexuales (derechos ya reconocidos en nuestra legislación), para defender medidas que vienen a reforzar el sexismo del género al considerarlo una identidad. Se niega a las feministas el derecho a expresar libremente su oposición a conceptos tan sexistas y a leyes y discursos que sobre esa base teórica, borran a las mujeres, negándoles su derecho a rebelarse contra las imposiciones del género y a replicar al sexismo, defender sus valores y proteger sus intereses.
- La permanente y absurda acusación de transfobia para acallar toda crítica, como mantra automático a todo lo referido a la resistencia de las mujeres a ser borradas, la creación de etiquetas estigmatizantes y deshumanizantes como TERF, se enmarcan en la violencia verbal dirigida a quienes se oponen al generismo. Estos insultos buscan acallar y quieren hurtar el debate necesario para analizar cuáles son las consecuencias prácticas en la vida de las mujeres si el género sustituye al sexo como categoría jurídica.
- Las redes sociales son el principal vehículo para amenazar, insultar, perseguir al feminismo y a las mujeres críticas con el generismo queer. Muchos perfiles de feministas son cerrados por la acción coordinada del activismo misógino queer, se expone su dirección y datos privados, y se las difama con descontextualizaciones, montajes de vídeos manipulados, acusaciones de fascistas...
- El acoso incluye insultos machistas e imágenes de extrema violencia, con amenazas físicas implícitas y explícitas. Este acoso y violencia no solo se da en las redes sociales, sino que las mujeres son perseguidas en sus propios trabajos y se llegan a exponer sus caras y datos en espacios públicos, con amenazas e incitaciones al acoso y violencia. Se han producido ya agresiones y lesiones en manifestaciones que reivindican los derechos de la mujer.
- La persecución no solo se escenifica en las redes: feministas como Raquel Rosario Sánchez (doctoranda de la República Dominicana en la Universidad de Bristol) están sufriendo el ataque sistemático del activismo queer. La universidad ha ignorado la petición de amparo de Raquel Rosario. En la Universidad de Oxford, la profesora Selina Todd tiene que acudir a clase con protección. En la de Edimburgo, la profesora y feminista Julie Bindel fue agredida por un transactivista disconforme con una conferencia programada.
- En Toronto, Londres, Brighton, Seattle, Buenos Aires… las reuniones de mujeres organizadas para hablar de asuntos que les competen, han sido asaltadas y boicoteadas por activistas transgeneristas (hombres, mayoritariamente) ante la frecuente pasividad de la policía. Alguna de estas reuniones han sido cancelada por amenaza de bomba.
- En junio de 2020, la plataforma CrowdJustice cerró la recaudación de fondos de Allison Bailey, una lesbiana negra enfrentada legalmente a la poderosa organización LGTBQ Stonewall. La presión del activismo transqueer consiguió, en pocas horas, que la plataforma se plegara a sus exigencias.
- También Change.org impone la doctrina del generismo queer: en julio de 2020, eliminó una petición por considerar discriminatorio para los transfemeninos la afirmación de que "las mujeres que son violadas lo son por haber nacido mujeres, no por sentirse mujeres", mientras que mantiene aquellas que dirigen el acoso y cancelación a feministas.
Consecuencias
Se intenta atemorizar a las feministas y señalarlas como tránsfobas para acallar su defensa de los derechos de las mujeres basados en el sexo y su exigencia de acometer un debate que permita conocer las consecuencias prácticas de determinadas propuestas legislativas :
- Con la falsa bandera de la inclusividad y el progresismo, se está consintiendo y alentando un machismo indisimulado que ha puesto en la diana a las mujeres.
- Si toda opinión contraria al borrado de las mujeres se interpreta en las leyes como transfobia, se da valor jurídico a criterios subjetivos y se crea una indefensión absoluta para las opiniones disidentes.
- Bajo esa acusación, en países donde se han aprobado leyes transgeneristas se está despidiendo a las mujeres de sus puestos de trabajo y abriendo contra ellas procesos penales. Es el caso de Maya Forstater (Reino Unido)
- Si las mujeres que ejercen su derecho a expresarse, a opinar, son castigadas se lanza a todas las mujeres un mensaje claro: manteneos calladas.
- El caso de Joanne Rowling es revelador: su afirmación, expresada en Twitter, de que el sexo es real y que las personas que menstrúan se llaman mujeres, desató una furibunda campaña (también en prensa), la quema de sus libros y la retirada de ejemplares de algunas bibliotecas públicas.
Posturas al respecto
Amelia Valcárcel
Filósofa feminista“Cuidado con las palabras que terminan en fobia. Es un 'cállate' absoluto. Si algo no te gusta o no te convence, nada de criticar, cállate”.
Meghan Murphy
Escritora y periodista canadiense.“El término «TERF» no solo se usa para difamar y ridiculizar, sino para incitar a la violencia”.
Ejemplos

"J.K. Rowling tiene las manos manchadas de sangre"
La famosa autora británica J.K. Rowling escribió un ensayo explicando detenidamente su postura con respecto al borrado de las mujeres, dejando claro su apoyo a las personas trans.
A cambio, recibió acoso, amenazas y hasta imágenes pornográficas con el hashtag de su último cuento infantil. Además, medios como Pink News se atreven a acusarla de las muertes de las personas trans (que, curiosamente, en el 100% de los casos, son asesinadas por hombres).
Según el activismo transgenerista, cualquier opinión contraria es directamente responsable de las desgracias, reales o magnificadas, que sufran las personas transgénero.

Conducta de odio
Decir que solo las mujeres tienen cáncer de útero es conducta de odio según Twitter. Y conlleva cierre de cuentas, como la de la usuaria @Hammer_Of_Glass.

Amazon no quiere que leas este libro
La autora Abigail Shrier denuncia en este hilo de Twitter cómo desde un principio, Amazon no le permitió pagar por publicitar en la plataforma su libro Irreversible damage, que habla sobre el daño que está haciendo la ideología transgénero en las niñas y jóvenes.
Pero por si esto no fuera suficiente, Amazon incluyó el título de la obra entre las palabras clave para mostrar libros LGBT que celebran la transición de menores.


Académicas acosadas y censuradas
Feministas históricas como Julie Bindel o Germaine Greer, son censuradas en universidades de todo Reino Unido. Pero además, cuando la academia las apoya y consiguen dar las charlas para las que han sido invitadas, se arriesgan a ser acosadas y agredidas, como le sucedió a Julie Bindel en la universidad de Edimburgo, cuando fue a hablar sobre la violencia machista contra mujeres y niñas.
Acoso queer contra la investigación y la ciencia
.eNo solo el feminismo y las mujeres, están siendo objeto de persecución y censura por parte del movimiento transgenerista.
El acoso directo sobre profesoras de universidad críticas con la ideología de la autodeterminación de género, del que hablamos en esta sección, tiene continuidad en los ámbitos de la investigación o la ciencia:
En 2016, un seminario de la Sociedad Nacional para la Prevención de la Crueldad contra los Niños (NSPCC, por sus siglas en inglés) para estudiar los problemas y dificultades que enfrentan las niñas y niños trans en Reino Unido, fue cancelado por las presiones del transactivismo. La presencia de una conferenciante que ha denunciado la medicalización de los menores fue suficiente para la inquisición queer.
El endocrino William Malone habla con frecuencia sobre la estafa de congresos médicos en los que se presenta como única vía válida el modelo afirmativo de la transición. Se hurta el debate, denuncia Malone, y las grandes asociaciones de endocrinología, pediatría o psicología no facilitan la información necesaria para que los profesionales de la medicina conozcan las implicaciones del uso de bloqueadores y de hormonas en la infancia. “Tradicionalmente, apunta Malone, hemos confiado en que estas asociaciones nos facilitan la información correcta y no lo están haciendo”.
En enero de 2020, el doctor Marcus Evans, de la clínica Tavistock (la clínica del Servicio Nacional de Salud (NHS) en Gran Bretaña que trata a niños con problemas de identidad de género), denunció las maniobras de Tavistock & Portman NHS Trust para silenciar los informes internos de algunos médicos que hablaban de evaluaciones clínicas inadecuadas, pacientes que se ven conducidos a someterse a intervenciones médicas tempranas y sometimiento a la presión de los activistas transgénero. Tavistock también ocultó las cartas de un grupo de padres que denunciaron excesiva urgencia en los tratamientos y falta de evaluaciones psicológicas serias.
Evans, que renunció a su puesto en 2019, afirmaba en su denuncia que “muchos profesionales de la salud mental comparten estas preocupaciones. Pero decirlo públicamente es difícil. Los periodistas que han investigado esta área informan que, si bien los entrevistados están dispuestos a hablar con confianza sobre sus preocupaciones, evitan ser nombrados por temor a ser acusados de intolerancia”.
El psicoterapeuta James Caspian es miembro del consejo de la fundación caritativa transgénero Beaumont Trust y ha dedicado más de una década de su vida a tratar a cientos de pacientes que querían cambiar su género. Estas credenciales no le han protegido del movimiento transgenerista, que ha bloqueado su estudio sobre personas transgénero en la Bath Spa University por ser ‘políticamente incorrecto’. ¿Qué quería investigar Caspian?: el creciente número de personas que han cambiado de género para posteriormente arrepentirse de ello. El de las destransiciones es uno de los tabúes del trangenerismo queer, que impide toda investigación y toda información sobre el tema.
Caspian ha alertado sobre el miedo que se ha instalado en algunos profesionales, temerosos ante la posibilidad de ser acusados de tránsfobos o de realizar terapias de conversión. “Ya hay muchos terapeutas que se han puesto en contacto conmigo para decirme que están preocupados porque si un cliente joven —digamos de 16 años— acude a ellos con una serie de problemas de salud mental o un historial de abusos sexuales y dice, ‘quiero transitar al género opuesto’, no será seguro para el terapeuta decir: ‘Bueno, vamos a echarle un vistazo al abuso sexual que sufriste. ¿Puede tener algo que ver con la relación que tienes con tu cuerpo?’. Porque eso podría considerarse terapia de conversión.”
La canadiense Rivka Cymbalist es una doula (asistente de partos) comprometida con la salud de las mujeres. En 2003, fundó una organización para brindar apoyo gratuito como doula a las embarazadas más marginadas de Montreal. En 2018 empezó a recibir ataques públicos contra su escuela de doulas: se había puesto en marcha una campaña en redes para boicotear sus talleres y actividades debido a su postura «anti-trans» (que en realidad no era más que una postura pro-mujer). Cymbalist había denunciado las nuevas directrices de la Asociación Nacional de Doulas, que en sus guías habían eliminado las palabras mujer y mujeres, “para complacer a todos”.
Lynsey McCarthy-Calvert también es doula en Reino Unido. Fue obligada por su asociación profesional a borrar un post en Facebook en el que decía “No soy una ‘poseedora de cuello uterino’. No soy una ‘menstruadora’. No me defino por llevar vestido y pintalabios. Soy una mujer: una hembra humana adulta”. Las presiones del transgenerismo queer consideraron estas palabras como transfóbicas por usar “un lenguaje absolutamente repugnante”. Lynsey fue condenada al ostracismo y finalmente abandonó la asociación.
La lista es larga y podríamos eternizarnos si fuéramos caso por caso. Queda patente que el colectivo transactivista, con la ayuda de las asociaciones LGTB más poderosas, está promoviendo una censura y un acoso que no son admisibles en una sociedad democrática como la nuestra.
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