El pasado día 3 de marzo la doctoranda en Filosofía Sara Ferreiro Lago, escribía un artículo para el diario El Salto que arremetía contra la Presidenta del Partido Feminista de España, Lidia Falcón. Afirmaba la autora que lo que le ha sucedido a la fundadora del primer partido feminista en la historia de España, es que ha librado una batalla encarnizada y simbólica contra la denominada teoría queer al considerarla una amenaza que conduciría al asesinato de la categoría mujer.
Esta reducción, simplista y maniquea, carece de fundamento por la vileza con la que está presentada y en su objetivo no hay una finalidad de confrontar ideas, debido a un sesgo de partida: el propósito latente tiene como motivación deslegitimar de manera personal la figura de Lidia Falcón, justo en el momento en el que ha sido notificada para asistir a los juzgados por un supuesto delito de odio. A esta doctoranda en Filosofía, que se pierde en menudencias tales como que Lidia Falcón ha llamado niño a un varón menor de edad, no parece importarle en absoluto el abyecto oportunismo de decenas de políticos que aplaudían compungidos la intervención pública de una criatura que leía, de manera mecánica, un comunicado escrito por adultos en la Asamblea de Extremadura.
No parece que nadie se lleve las manos a la cabeza cuando nos enfrentamos a la —cada vez más posible— libre disponibilidad de tratamientos bloqueadores de hormonas para la infancia, justificada, ésta, en algo así como un sentir o una percepción deseada.
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Se confunde de nuevo esta señora afirmando con cierta sorna que, según Lidia Falcón, estamos ante el «asesinato» de la categoría mujer. El «asesinato» de la categoría mujer es el fin prioritario de las infumables teorías queer, pero no porque lo asegure Lidia Falcón, sino porque está desarrollado ampliamente en el argumentario discursivo de dichas teorías: desde el estudio semiótico de las imágenes de Teresa de Lauretis, pasando por el cuestionamiento de la mujer como categoría jurídica de Butler y terminando por la verbalización («la mujer ha muerto») de la autora queer Paul B. Preciado. No sabemos si esta doctoranda ha leído a Butler, lo que sí sabemos es que no ha sabido interpretar las intenciones de las teorías queer cuyo nacimiento parte de la premisa de acabar con toda categoría binaria, incluida la de hombre/mujer […]
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