Ana Cuervo Pollán, doctoranda en Filosofía y activista de la asociación feminista leonesa Flora Tristán, aborda la postura de esta asociación en relación con el proyecto de ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans que enfrenta a una parte del feminismo y a los socios de Gobierno. PSOE y Unidas Podemos retomaron ayer las negociaciones.
—¿A qué se debe la confrontación del feminismo con la ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans?
—En todas las sociedades conocidas, de todo tiempo y lugar –también las presentes– ha imperado el dominio de los hombres, como grupo, sobre el conjunto de las mujeres. Es lo que se conoce como patriarcado. El feminismo no niega la condición dimórfica de la especie (que hay dos sexos). Lo que impugnan son los estereotipos sociales (es decir, el género) que se han impuesto a cada sexo y que permiten que los hombres obtengan privilegios y las mujeres sean subordinadas. El feminismo quiere abolir los géneros; la ley “trans” reconocerlos como identidad y defenderlos como categoría legítima. Esto choca frontalmente con el objetivo del feminismo: abolir los géneros en tanto que resultados de los roles socialmente impuestos por el patriarcado. […]
—¿Cómo proponen que se defina la identidad de las personas transexuales?
—Las personas transexuales tienen acreditada una disforia de género. Es decir, son personas que, sin las adecuaciones corporales necesarias para “transitar” al sexo contrario padecen un sufrimiento psíquico que les impide desarrollarse plenamente. Certificar esa condición no es tratarlas como enfermas, ni mucho menos. Para cualquier trámite administrativo se exigen justificantes. Este es sólo un caso más. Más allá de que habría que buscar las causas de ese padecimiento en el patriarcado y lograr una sociedad lo suficientemente libre, abierta y plural, sin corsés ni estereotipos para que nadie sienta que sin modificarse no puede vivir con libertad y plenitud, las personas transexuales no son las que provocan problemas al feminismo, en absoluto. El problema está en reconocer el género como identidad: que yo, Ana, pueda presentarme en el registro civil y sin la más mínima acreditación sostenga que soy un hombre a todos los efectos y que nada ni nadie me lo pueda discutir, aunque no sea transexual ni prevea el más mínimo tránsito ni pueda acreditar la más mínima estabilidad en esa identidad es un insulto para las personas transexuales e injusto con la sociedad en general. […]
—¿Qué implica la autodeterminación del género?
—Supone legitimar los estereotipos sexistas, -esos que el feminismo se ha empeñado en desenmascarar por ser injustos y artificiales-, para reconocerlos como fundamento de identidad, personal y jurídica. Reconocer el género como identidad es reconocer el derecho a identificarse en uno de esos dos grupos. Tener derecho a identificarse con el grupo o estereotipo contrario al que se te ha impuesto según tu sexo no es progresista ni revolucionario. Lo progresista, y lo que el feminismo lleva pretendiendo tres siglos es abolir los géneros y que hombres y mujeres seamos libres e iguales.
—Personas con vagina, personas menstruantes… ¿Qué hay detrás de esta nueva terminología?
—El borrado de las mujeres. Según el generismo queer es ofensivo decir obviedades científicas tales como que sólo las mujeres paren, amamantan o menstrúan.Si el sexo no existe y es mera construcción, ¿por qué las vacunas de Astra Zeneca están teniendo efectos adversos especialmente en las mujeres? ¿Acaso la inyección pregunta primero por la identidad sentida del paciente? […]
Entrevista completa