Delincuentes y depredadores transindentificados son enviados a cárceles canadienses de mujeres. Los testimonios de las presas solo certifican lo que era fácilmente previsible: acoso, agresiones, mujeres que no se atreven a salir de sus celdas mientras los varones exhiben orgullosos sus genitales.

En 2017, cuando el movimiento #MeToo estalló en el mundo occidental, el primer ministro Justin Trudeau, de forma repentina y sin reflexión previa, dio el visto bueno para admitir a hombres que se identifican como mujeres en las prisiones federales para mujeres de Canadá.

El movimiento #MeToo reveló que con demasiada frecuencia se cometen actos delictivos de agresión sexual contra las mujeres en el lugar de trabajo, pero el alcance de las denuncias es mucho más amplio: las mujeres son sometidas regularmente a violaciones menores de su dignidad, humillaciones comunes que la sociedad tolera más o menos. Estas humillaciones destruyen el alma. Hacen que las personas pierdan el sentido de su propio valor. Podemos vivir con muchas privaciones, pero no podemos prescindir de creer en nuestra dignidad.

Como resultado de la decisión del Sr. Trudeau, las mujeres encarceladas ahora están siendo victimizadas, denunciadas, una situación avalada por el Servicio Correccional de Canadá (CSC). Si se quejan, se exponen a ser castigadas Hay seis prisiones federales para mujeres que albergan aproximadamente a 800 reclusas. Actualmente, en estos establecimientos se alojan entre 10 y 15 hombres.

Las activistas por los derechos de las mujeres han sacado, clandestinamente, las cartas de las presas de las prisiones. Los nombres de las autoras de las cartas, así como el lugar donde se encuentran no pueden ser revelados. ¿Quién creerá a estas mujeres?

«Un prisionero, que se jacta ante sus amigos de haber engañado al sistema simulando ser una mujer, me acosa con tanta insistencia que he dejado de salir a pedir mis medicamentos para evitarle… He renunciado a los paseos, a las actividades recreativas … para no encontrármelo».

«El Servicio Correccional de Canadá SCC se siente obligado a defender los derechos de los varones que son trans a expensas de la seguridad de las mujeres reales. Los protocolos del SCC permiten a cualquier recluso que se diga transgénero a cumplir condena en un establecimiento para mujeres… Un detenido me confesó que había mentido para conseguirlo… Nos hacen vivir con miedo a estos depredadores… Ninguna mujer debería ser obligada a esto»

«Mi experiencia con los prisioneros trans es verles acosar constantemente a las presas. Les dicen que siguen teniendo pene y que pueden usarlo para divertirse… Hay muchos que no tienen intención de transicionar pero abusan del sistema para estar cerca de las mujeres».

«Son frecuentemente muy agresivos e insistentes y se comportan como depredadores… Paso más tiempo en mi celda porque tengo miedo y me siento intimidada…. Creo que estos hombres tienen más derechos que nosotras en las prisiones y que están más protegidos que las mujeres».

«He convivido durante meses con un hombre. Le he visto agredir sexualmente a una mujer de mi unidad… Enseña sus genitales a las presas, se aprovecha de las más jóvenes, de las chicas de veinte años… Es insoportable».

«Mujeres acosadas sexualmente hablaron con los supervisores y presentaron quejas por escrito pero no se hizo nada».

«Un preso transidentificado acosó sexualmente a una joven reclusa. Por corrección política, los guardianes tomaron partido por él y no ofrecieron ninguna ayuda a la joven».

«¿Por qué se les permite estar con mujeres en la cárcel? Muchas de las presas han sido traumatizadas por hombres y sienten mucha ansiedad. Es cruel». 

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