El 18 de mayo de 2023, la Asociación para los Derechos de la Mujer y el Desarrollo (AWID) publicó una declaración en su página web titulada «No hay lugar para las agendas antitrans en la ONU», que a fecha de hoy, ha sido firmada por 844 organizaciones e individuos. Me informaron las dos directoras ejecutivas de AWID, Inna Michaeli y Faye Macheke, una semana más tarde (el 24 de mayo de 2023) de que la carta había sido publicada. Un día después, acusé recibo de la misma e informé a AWID que respondería a la carta en el momento y el espacio adecuados. He decidido hacerlo hoy.
En la carta, AWID y sus cofirmantes afirmaban que yo había «convertido en arma la «protección de los derechos de la mujer» para defender posturas que tergiversan y retroceden respecto a las normas y estándares internacionales».
No me detendré en estas falsas y peligrosas acusaciones, ya que lo he hecho en otros lugares con gran detalle, incluso en respuesta a una carta similar de Sexual Rights Initiative (SRI). Sin embargo, la carta de AWID sí contenía una novedad que me pareció muy preocupante, a saber, su acusación de que yo supuestamente continúo «perpetuando narrativas que sostienen concepciones anticuadas y no científicas del sexo biológico binario». No hay nada anticuado ni acientífico en la naturaleza binaria del sexo, y animo a los firmantes de esta carta a que busquen a biólogos para mantener una conversación sobre esta cuestión.
El contenido y el simbolismo de esta carta de AWID suscitaron fuertes reacciones entre diferentes feministas y mujeres activistas, que reconocieron la gravedad de su objetivo, que era castigarme como relatora y presentarme como alguien antitrans, que dañaba la integridad de mi mandato y que, al parecer, actuaba violando las protecciones y los principios establecidos en materia de derechos humanos.
Al hacerlo, la carta de AWID también tiene la intención de castigarme y silenciarme, un destino que muchas mujeres, niñas y sus aliados de todo el mundo siguen experimentando cuando hablan sobre cuestiones de sexo, género e identidad de género.
Por ello, y el 21 de junio de 2023, un día antes de mi debate interactivo en el Consejo de Derechos Humanos, 781 organizaciones y más de 2.600 personas de más de 60 países firmaron una carta titulada «Que la Relatora Especial de la ONU sobre la violencia contra las mujeres y las niñas cumpla su mandato». En ella afirmaban que estaban consternados por los continuos ataques (de los cuales la carta de AWID era el último) contra mí por hacer lo que el Consejo de Derechos Humanos me ha encomendado.
Desde que se publicaron estas cartas de SRI y AWID, los ataques contra mí no han hecho más que intensificarse. Se ha presionado a organizaciones no gubernamentales, centros académicos, organizaciones internacionales y regionales, expertos y gobiernos para que no se relacionen conmigo y no me inviten a hablar o a visitarles. Muchos de ellos trabajan en el ámbito de los derechos humanos y suelen ser firmes defensores de la libertad de expresión. Los que me han cursado invitaciones para hablar han recibido intensas presiones para que me desinviten. A algunas personas pertenecientes a algunas organizaciones se les ha preguntado por qué me siguen en las redes sociales yy por qué han dado «likes» a alguna de mis publicaciones.
Tres firmantes de la carta de AWID han expresado recientemente su interés por mantener una conversación conmigo y con otras organizaciones y personas que se oponen a sus puntos de vista. Acojo con satisfacción esta iniciativa. Sin embargo, es revelador que ninguno de ellos crea que puede ser visto manteniendo dicha conversación en público.
Lo que también me preocupa gravemente es que algunas organizaciones intenten socavar el apoyo que desde hace tiempo y de forma continuada presto al derecho de todas las mujeres y niñas a no sufrir violencia, tal y como se expresa también en mi informe y declaraciones más recientes desde mi compromiso con el proyecto de ley de autoidentificación de Escocia. Al hacerlo, también han intentado privar a las mujeres y niñas víctimas de la violencia de la voz y el apoyo del mandato, ya que éste conlleva un trabajo vital en muchas áreas temáticas diferentes que son relevantes para el mandato con el fin de avanzar en la agenda de protección y respuesta.
Acciones como éstas constituyen un intento consciente de socavar mi trabajo como titular independiente de un mandato y socavar mi credibilidad y reputación. En mi opinión, constituyen una interferencia indebida en mi trabajo como relatora.
Me preocupaba y me sigue preocupando gravemente la forma en que organizaciones que afirman estar centradas en los derechos humanos y ser feministas, y varias de las cuales están acreditadas ante el Consejo de Derechos Humanos, siguen posicionándose como custodios del movimiento feminista, difamando a quienes no están de acuerdo con sus puntos de vista e intentando prohibir debates sobre cuestiones que claramente preocupan a muchas mujeres y niñas, en toda su diversidad, así como a sus sociedades.
Las posturas que he adoptado reflejan las de miles de defensores de los derechos humanos, expertos, académicos, educadores, políticos y personas que han detranscionado en muchos países de todo el mundo. Es positivo que muchas de estas posturas se estén difundiendo más amplia y públicamente, y que se hayan creado y aprovechado oportunidades para debatir estas cuestiones que son importantes para toda la sociedad, como yo también he defendido.
Algunos partidos y dirigentes políticos han revisado sus posiciones anteriores de manera muy sustancial. Otros países, incluidos sus políticos, expertos y académicos, están avanzando en la revisión de proyectos políticos o legislativos o insistiendo en ver las pruebas de lo que han producido las políticas anteriores. Al mismo tiempo, soy consciente de que en otros países, algunos gobiernos siguen adelante con enmiendas a sus leyes de libertad de expresión que sofocarían los debates sanos sobre sexo, género e identidad de género (entre otros), así como con la adopción de leyes de autoidentificación sin tener en cuenta las pruebas recientes, incluidas las producidas por la autoridad en el campo médico.
Los ataques, represalias y castigos contra las mujeres, las niñas y sus aliados también siguen sin disminuir en muchos rincones y parecen haberse intensificado. Estos ataques deben tomarse en serio y hay que ponerles fin. Las sociedades deben defender y proteger los fundamentos que las hacen pluralistas, tolerantes y respetuosas con la libertad de creencia y expresión.
*La Relatora Especial sobre la violencia contra las mujeres y las niñas, como mandato de los Procedimientos Especiales del Consejo de Derechos Humanos, actúa a título personal e independiente de cualquier gobierno u organización.
Traducción de Contra Borrado
Comunicado original