Todos los movimientos sociales merecen tener un nombre.  Por ejemplo, el feminismo entronca con el pensamiento ilustrado y el racionalismo del siglo XVIII mientras que el generismo está vinculado a la Posmodernidad que se inicia en los años 80.

Todos los movimientos sociales merecen tener un nombre. Creo que estamos ante el nacimiento de un nuevo movimiento que a falta de una denominación mejor llamaré generismo, (no lo he inventado yo, lo he visto en las redes) y que podríamos definir como «movimiento social y político de las personas que reivindican la autodeterminación de género». Un movimiento social según todas las definiciones debe tener una teoría que lo arrope, una agenda con los objetivos a conseguir y una vanguardia que lo impulse.  Hasta hace poco esta tendencia estaba disuelta en el movimiento feminista, pero a mi me parece que debería coger su propio vuelo, pues los planteamientos no solo no coinciden, sino que en algunos momentos son divergentes.

Por ejemplo, el feminismo entronca con el pensamiento ilustrado y el racionalismo del siglo XVIII mientras que el generismo está vinculado a la Posmodernidad que se inicia en los años 80. La filósofa Seyla Benhabib en un artículo titulado Feminismo y posmodernidad: una difícil alianza, dice literalmente: «como feministas dudo de que podamos adoptar el pensamiento posmoderno como aliado teorético» (1990).

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