El Consejo Médico General (GMC) , que se esfuerza por «mejorar la educación y la práctica médica en todo el Reino Unido», ha eliminado toda mención a las «madres» de sus directrices internas para empleadas embarazadas. Parece que las mujeres embarazadas, que son lo suficientemente robustas como para gestar un bebé durante nueve meses antes de sacarlo por la vagina, son consideradas demasiado frágiles para hacer frente a cualquier mención de su sexo femenino.
Según el
Sunday Times de este fin de semana , la política de maternidad de GMC se actualizó en algún momento a principios de este año
para hacerla más «trans inclusiva». Y no es sólo la palabra «madre» la que de repente se ha vuelto «problemática» a los ojos del GMC. Su
política interna sobre menopausia también tiene cuidado de utilizar un lenguaje «neutral en cuanto al género»,
definiendo la menopausia como «un evento natural en la vida de algunos colegas durante el cual dejan de tener períodos»
La idea de que los hombres también pueden quedarse embarazados, o tener períodos y pasar por la menopausia, es el tipo de locura que uno esperaría escuchar de un sindicato de estudiantes, no de profesionales médicos respetados.
El hecho de que el organismo que efectivamente establece el estándar de atención sanitaria en Gran Bretaña haya desechado hechos biológicos básicos muestra hasta qué punto el virus trans ha devorado los cerebros de quienes están en la cima de las instituciones británicas.
Sería reconfortante imaginar que se trata de algo excepcional, pero el GMC parece totalmente comprometido a apaciguar a los activistas de los derechos de las personas trans. Un
vídeo en su sitio web que ofrece consejos sobre la inclusión trans
sugiere que el personal médico «siempre pregunte en qué sala del hospital preferiría estar su paciente», en lugar de enviar a los hombres a las salas de hombres y viceversa. Como era de esperar, se ignoran las
necesidades de otros pacientes de los que se espera que compartan sala con alguien del sexo opuesto.
También se aconseja a los médicos que simplemente deben actualizar los registros médicos de sus pacientes si dicen que son trans, y que no hay necesidad de «esperar por un nuevo número del NHS o certificado de nacimiento». Esto podría ser tan simple como marcar una casilla diferente, pero las ramificaciones son graves.
Ya ha habido informes de hombres que faltan en las listas para exámenes de cáncer de próstata y de mujeres que no han sido invitadas a realizarse pruebas de frotis porque sus registros médicos ya no muestran su sexo biológico correcto.
La ideología de género también está institucionalizada en el NHS, la sanidad pública. Los funcionarios no dejan de complicarse la vida para satisfacer las exigencias del lobby trans. Esta semana se ha sabido que NHS England ha elaborado planes para crear 244 nuevos puestos para la diversidad y la inclusión. Los planes desvelados por el Telegraph muestran que las unidades en las que se basarán los puestos de trabajo tienen un presupuesto de personal de casi 14 millones de libras, incluyendo 18 altos funcionarios con salarios de seis cifras. Que esto ocurra en un clima de estancamiento de la contratación, huelgas, listas de espera cada vez más largas y recortes en términos reales de la financiación de la asistencia sanitaria es el mayor insulto a los contribuyentes.
Hoy en Gran Bretaña, todas nuestras principales instituciones están capitulando ante la ideología trans y están perdiendo la confianza de la gente en el proceso. Los pasajeros de los ferrocarriles no necesitan subir a trenes pintados con arcoíris ni que los revisores les recojan los billetes con insignias con pronombres: quieren tarifas bajas y llegar a tiempo.
Los padres no quieren que las escuelas les enseñen a sus hijos que hay 72 géneros; quieren que sus hijos salgan de la escuela equipados con el conocimiento que necesitan para convertirse en adultos integrales. Y las víctimas del crimen quieren que la policía atrape a los criminales, no que persiga a la gente común y corriente por decir «las mujeres no tienen pene» en las redes sociales.
En última instancia, la gente común y corriente afectada por las llamadas políticas transinclusivas merece algo mejor por parte de quienes están en la cima de nuestras instituciones, particularmente dentro del sector de la salud. No se debe confiar en ningún profesional médico que diga que los hombres pueden dar a luz o pasar por la menopausia. Y cualquier organización que defienda tales mentiras seguramente no es adecuada para su propósito.
Jo Bartosch es una periodista que lucha por los derechos de las mujeres y las niñas.
Traducción de Contra Borrado
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