Por Eliza Mondegreen.
El Washington University Transgender Center del Hospital Infantil de San Luis, ha anunciado que sus médicos ya no recetarán bloqueadores de la pubertad ni hormonas de sexo cruzado a menores y adolescentes. Esta decisión se produce después de meses de controversia y a raíz de una nueva ley que acaba de entrar en vigor en Missouri, que limita las intervenciones hormonales y quirúrgicas para la transición de género a los pacientes mayores de 18 años. Es el miedo a las reclamaciones legales.
En virtud de una «cláusula de derechos adquiridos» de la nueva ley, el Transgender Center podría haber seguido recetando bloqueadores de la pubertad y hormonas para el cambio de [la apariencia del] sexo a sus pacientes actuales. Sin embargo, decidió renunciar por completo a estas intervenciones:
“Estamos desolados por tener que dar este paso. Sin embargo, la recién promulgada ley de Missouri relativa a la atención a personas transgénero ha creado una nueva reclamación legal para los pacientes que han recibido estos medicamentos cuando eran menores de edad. Esta reclamación legal crea una responsabilidad insostenible para los profesionales de la salud y hace que sea insostenible para nosotros continuar proporcionando atención transgénero integral a pacientes menores de edad sin someter a la universidad y a nuestros proveedores a un nivel inaceptable de responsabilidad.” WASHINGTON UNIVERSITY TRANSGENDER CENTER-
El Centro ha sido objeto de un intenso escrutinio a principios de este año, cuando la ex gestora de casos Jamie Reed denunció lo que consideraba prácticas peligrosas dentro de la clínica. En un artículo para The Free Press, Reed informó de que:
«Durante los cuatro años que trabajé en la clínica como gestora de casos -era responsable de la admisión y supervisión de pacientes- pasaron por nuestras puertas unos mil jóvenes angustiados. La mayoría de ellos recibieron recetas de hormonas que pueden tener consecuencias que alteran la vida, incluida la esterilidad.
Dejé la clínica en noviembre del año pasado porque ya no podía participar en lo que allí ocurría. Cuando me marché, estaba segura de que la forma en que el sistema médico estadounidense trata a estos pacientes es lo contrario de la promesa que hacemos de «no hacer daño». Por el contrario, estamos perjudicando permanentemente a pacientes vulnerables a nuestro cuidado.» – JAMIE REED
Reed catalogó los casos de «bandera roja» para hacer un seguimiento de «la clase de pacientes que nos quitaban el sueño a mi colega y a mí» y documentó casos de jóvenes con graves problemas de salud mental a los que se les administraron precipitadamente fármacos que les alteraron la vida e incluso se sometieron a operaciones de las que pronto se arrepintieron. El Washington Transgender Center rechazó la evaluación de Reed y llevó a cabo su propia investigación interna -una investigación en la que nunca se molestó en hablar con Reed- antes de declarar sus acusaciones «infundadas».
Pero el caso de la transición de género de los jóvenes se ha ido revelando este año, bajo la presión de funcionarios y legisladores estatales y el creciente escrutinio de los medios de comunicación. A finales de agosto, el juez Steven Ohmer, del Circuit Court de San Luis, permitió que entrara en vigor la prohibición de las intervenciones hormonales y quirúrgicas en jóvenes, al considerar que las pruebas de la transición de jóvenes «plantean más preguntas que respuestas».
De ahí la «responsabilidad insostenible» citada por la Universidad de Washington en su decisión de retirarse de este ámbito de la atención sanitaria. Esto se debe a que la nueva ley de Missouri también amplió a 15 años el periodo de tiempo que tienen las y los antiguos pacientes para demandar por daños y perjuicios. Tal vez, cuando la Universidad de Washington investigó por su cuenta, descubrió que las acusaciones de Reed tenían más fundamento del que estaba dispuesta a reconocer públicamente. Temen que se les haga pagar por ello.
Los escándalos médicos suelen acabar silenciosamente: la «lobotomía química» acabó con la lobotomía-lobotomía. El pánico satánico no se ahogó en sus propios absurdos, sino en tribunales y oficinas de seguros. Los reconocimientos públicos son escasos. La «responsabilidad insostenible» puede ser el principio del fin de la transición de género de los jóvenes.
Traducción de Contra Borrado
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