Por Lauren Smith.
¿Por qué una mujer de Newcastle ha sido amenazada con ser arrestada por afirmar hechos biológicos? ¿En qué siglo estamos? En el Reino Unido, en 2023, la policía aparentemente sigue acosando a las feministas por defender los derechos de las mujeres. Incluso describir con precisión lo que es una mujer ahora puede causar problemas con la poli.
El viernes, agentes de la policía de Northumbria se presentaron en la casa de una lesbiana crítica de género de 34 años. Le pidieron a la mujer (que de momento permanece en el anonimato) que asistiera a una entrevista voluntaria en la comisaría de policía de Forth Banks en Newcastle. Según la organización Fair Cop, los agentes le dijeron a la mujer que si se negaba a ser interrogada no tendrían más remedio que arrestarla.
Fair Cop informó que, al principio, la mujer no tenía idea de sobre qué quería entrevistarla la policía. Resultó que la policía había visto algunas declaraciones críticas de género que ella había publicado en X (antes Twitter). En la comisaría le advirtieron que sus publicaciones podrían considerarse “comunicaciones maliciosas”.
Los tweets en cuestión expresaban opiniones críticas de género bastante comunes. Uno simplemente decía: “Sólo tu recordatorio diario de que las mujeres trans [varones transfemeninos] son hombres”. Otro tweet describía la transición de menores como “mutilaciones”. En múltiples publicaciones, la mujer había respondido a varones transfemeninos en la plataforma llamándoles hombres.
Sorprendentemente, al final de la entrevista, el oficial de policía le preguntó a la mujer si había “alguna excusa legal por la que hubiera escrito estos tweets”. La mujer respondió «sin comentarios» a todas las preguntas.
Después de que la historia se volviera viral, la policía de Northumbria tuvo el descaro de reconocer la indignación que habían causado y publicó en X que estaba “al tanto de los comentarios en las redes sociales”, pero que sería “inapropiado” que “comentara más”.
Para rematar, la mujer, una gran aficionada al fútbol, recibió un correo electrónico el 31 de octubre, antes de que la policía de Northumbria la visitara, informándole que su afiliación al club Newcastle United había sido suspendida mientras estaba bajo investigación policial. Según el Telegraph, esta era la primera vez que oía hablar de una investigación policial. Afortunadamente, la investigación aparentemente ha sido abandonada.
El abogado de oficio de la comisaría, sin darse cuenta, resumió lo siniestra que era la situación al final de la entrevista, afirmando:
“Le he dado consejos a mi cliente sobre lo que puede hacer en el futuro. El consejo que le he dado probablemente hará que deje de enviar mensajes como este en el futuro. Eso no se debe a que haya cometido un delito, sino a que, tal como es la sociedad, es muy fácil ofender. Y no hay necesidad de ofender, ya sea que lo hagas deliberadamente o no.”
En otras palabras, decir que “las mujeres trans son hombres” puede no ser, en sí mismo, un delito. Pero debido a que declarar este hecho biológico básico podría ofender a alguien, sería mejor que mantuvieras la boca cerrada. ¿Entendido?
El gran problema aquí es que ofender a veces puede convertirse en un delito. Según la Ley de Comunicaciones de 2003, es ilegal expresar opiniones “extremadamente ofensivas” online. La policía y los fiscales han intentado –y no han conseguido– utilizar esta ley para criminalizar la «malgenerización» [llamar varones a los varones]. Sin embargo, estas leyes vagas han permitido a la policía acosar a personas con opiniones críticas sobre el género.
Por ejemplo, a principios de este año, Kellie-Jay Keen, activista por los derechos de las mujeres y fundadora de Standing for Women, fue amenazada ser con arrestada por describir a las mujeres como hembras humanas adultas, que es literalmente la definición de mujer en el diccionario. Los agentes de la policía de Sussex hicieron un viaje de ida y vuelta de 300 millas hasta la casa de Keen en Wiltshire para decirle que tendría que someterse a un interrogatorio policial.
Podría pensarse que la policía de Sussex se ha quedado sin crímenes reales que resolver, dada su celosa búsqueda de cualquiera que crea en la biología. El año pasado, su cuenta oficial en X (anteriormente Twitter) advirtió a los usuarios de las redes sociales que referirse a un pedófilo masculino transidentificado como un hombre podría terminar en cargos por delito de odio.
Esta caza de brujas contra activistas por los derechos de las mujeres también es particularmente dañina en Escocia.
En 2021, Marion Millar, una feminista de 55 años y madre de seis hijos, vio su vida patas arriba porque publicó en las redes sociales una foto de un lazo del color de las suffragettes atado alrededor de un árbol. Fue acusada en virtud de la Ley de Comunicaciones de 2003, después de que un grupo de transactivistas denunciaran la imagen a la policía, afirmando ridículamente que representaba una soga. La policía dijo que esto constituía un «comportamiento amenazante o abusivo» hacia las personas trans. Por ello, Millar se enfrentó a la perspectiva de seis meses de prisión, hasta que finalmente se abandonó el proceso en su contra.
Vivimos en tiempos verdaderamente absurdos. La policía en Gran Bretaña se ha convertido esencialmente en ejecutora armada de la ideología trans, intimidando y acosando a mujeres críticas con la identidad de género para que acepten ortodoxias woke. Y con el plan laborista de criminalizar la “malgenerización” después de ganar las próximas elecciones, las cosas sólo empeorarán.
Para que conste, las personas transfemeninas son hombres. Decir que un hombre no puede convertirse en mujer no es odio, es un hecho. Y debemos tener derecho a expresarlo.
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