Por María Teresa Ruiz Cantero del Grupo de Investigación de Salud Pública, Universidad de Alicante, para Gaceta Sanitaria.
Los informes sobre la situación de la COVID-19 publicados diariamente por el Ministerio de Sanidad en España son valiosos, pero incompletos. La «tiranía de lo urgente» está influyendo en la escasez de información por sexo, con el efecto perverso de que esté poco clara la relación entre el sexo y la susceptibilidad al virus.
Los informes sobre la COVID-19 del Ministerio de Sanidad en España son valiosos, pero incompletos, con el efecto perverso de que la susceptibilidad al virus según el sexo está poco clara. La prevalencia de COVID-19 por sexo difiere entre países. España muestra un patrón desigual: inicialmente más frecuente en los hombres, las mujeres los superaron a partir del 31 de marzo, tras 2 semanas de confinamiento, con contagios más frecuentes en las mujeres en contacto con casos de COVID-19. Concordando con los fallecimientos, los hombres son hospitalizados con mayor frecuencia. Las diferencias significativas por sexo en signos/síntomas pueden conducir a este patrón, observado también en otras enfermedades. A finales de abril, el exceso de mortalidad es el mismo en las mujeres (67%) que en los hombres (66%). No obstante, la falta de información exhaustiva sobre las muertes por COVID-19 en no hospitalizados/as puede contribuir a la menor notificación de fallecimientos en las mujeres. La invisibilidad de los datos por sexo y de género probablemente está afectando de manera negativa más a las mujeres que a los hombres.
Tras las epidemias del sida, el Ébola, y el Zika1,2, con el fin de fortalecer los sistemas nacionales e internacionales de prevención y respuesta eficaz a futuras crisis de salud, Naciones Unidas elaboró un informe que incluye la recomendación de «centrar la atención en las dimensiones de género de las crisis de salud globales»3. Este informe reconoce el papel fundamental que desempeñan las mujeres en la respuesta a las emergencias de salud y señala la necesaria transversalidad de la perspectiva de género en la gestión de las crisis, lo que implica considerar las desigualdades entre mujeres y hombres en el análisis, la planificación, el diseño y la ejecución de las políticas, así como la forma en que las distintas actuaciones, situaciones y necesidades les afectan.
Dadas las diferencias por sexo en la COVID-19 y en el comportamiento epidémico, todos los indicadores utilizados deben ser estratificados por sexo, al igual que por edad. Los informes sobre la situación de la COVID-19 publicados diariamente por el Ministerio de Sanidad en España son valiosos, pero incompletos. La «tiranía de lo urgente» está influyendo en la escasez de información por sexo, con el efecto perverso de que esté poco clara la relación entre el sexo y la susceptibilidad al virus.