El movimiento trans no es un movimiento de derechos humanos; es un movimiento misógino iniciado por hombres que piensan que ser mujer es solo un conjunto de estereotipos. No es un movimiento feminista; es un movimiento que ha resignificado la palabra mujer para que sea la nada. Es un movimiento que ha convertido la verdad en odio. Es una mentira. Meghan Murphy, sobre qué es y qué no es el movimiento trans.
Hablé en Let Women Speak Austin, organizado por Michelle Evans, el sábado 12 de agosto de 2023. Nuestros micrófonos y megáfono fueron ahogados por cánticos de transactivistas, incluyendo «Trans rights our human rights (Derechos trans, nuestros derechos humanos)» y «TERFs go home (TERFs, marchaos a casa)» durante todo el evento, pero el evento estuvo bien atendido y libre de violencia, gracias en gran parte a nuestro excelente equipo de seguridad.
Como nuestros discursos no pudieron oírse bien en la grabación, he decidido publicar aquí el mío.
Estoy muy agradecida por todo el trabajo que hizo Michelle para organizar y recaudar fondos para garantizar que este acto siguiera adelante, a pesar de los previsibles intentos de acallarnos, así como a todas las mujeres -muchas de las cuales viajaron desde fuera del estado- que asistieron y hablaron. Como las mujeres han sido intimidadas, censuradas, silenciadas y amenazadas para mantenerlas fuera de las conversaciones públicas sobre la ideología de la identidad de género, es muy importante que sigamos forzando la conversación y nos neguemos a que nos echen.
Me llamo Meghan Murphy y voy a decirles la verdad. Voy a decirles la verdad sobre este movimiento: el movimiento transgénero. Sobre lo que es y lo que no es.
No es un movimiento de derechos humanos. No se trata de proteger a una población marginada. No se trata de dejar que las personas sean ellas mismas. No se trata de romper el «binarismo del género». No se trata de proteger a los niños. No se trata de «dejar que la gente haga pis (en el baño de su sexo sentido)».
El movimiento trans es un movimiento misógino iniciado por hombres que creen que las mujeres no son más que una colección de partes y estereotipos. Que las mujeres no son más que objetos para su apropiación. Nada más que una idea sexualizada, un fetiche.
No es un movimiento popular de base. Se trata de un esfuerzo corporativo, iniciado por hombres ricos que invierten en Big Pharma y biotecnología y en sus propias fantasías narcisistas. Es un movimiento que dice a los niños y niñas que si no encajan en los rígidos estereotipos de género sus cuerpos están «mal» y deben ser «arreglados» mediante intervenciones médicas que los vuelven estériles y dejan sus cuerpos permanentemente mutilados, con una serie de problemas de salud – medicalizados de por vida. Es un movimiento que dice a las mujeres que deben sentarse y callarse, aunque estén en peligro, aunque vean niños en peligro, aunque sean objeto de abusos verbales o amenazas, aunque sus derechos estén en peligro, aunque sepan que les están mintiendo.
Es un movimiento que dice que la verdad es odio.
No es un movimiento feminista. No se trata de inclusión ni de amor. Es un movimiento de odio contra la mujer que está destruyendo la vida de menores y todos los derechos basados en el sexo por los que innumerables mujeres han luchado durante más de un siglo.
Este movimiento, apoyado por poderosas instituciones y ONGs de todo el mundo, por los grandes medios de comunicación, las grandes tecnológicas y las grandes farmacéuticas, afirma querer proteger a los marginados del «odio» y la «violencia», pero sus activistas -sus soldados de infantería- utilizan las amenazas, el odio, el silenciamiento, la censura, la intimidación, la violencia y el abuso verbal como tácticas principales. Este movimiento afirma que «las mujeres trans son mujeres», pero ha disuelto la palabra mujer en la nada.
«¿Qué es una mujer?» es ahora una pregunta controvertida, por primera vez en la historia.
Este movimiento es una tapadera para los hombres depredadores que ahora son alojados en cárceles de mujeres, ya que es su «derecho» en virtud de las leyes de identidad de género abrazadas por gobiernos liberales que dicen ser feministas, es una tapadera para los hombres depredadores que quieren tener acceso a los vestuarios de mujeres y niñas. Y estos hombres están siendo protegidos por nuestros políticos, por periodistas cuyo trabajo es informar de los hechos, por organizaciones de derechos humanos como la ONU y la Human Rights Campaign, por la ACLU (que se supone que defiende las libertades civiles estadounidenses, como la libertad de expresión, no para defender el derecho de los hombres a silenciar a las mujeres que se niegan a firmar su religión o a validar sus fetiches sexuales), incluso por mujeres que dicen ser feministas, que se han vendido de la peor manera posible, y se mantienen al margen -incluso vitoreando- mientras las mujeres lo pierden todo.
Este es un movimiento que está destruyendo nuestro sentido de la realidad, nuestro lenguaje y nuestra capacidad de decir la verdad. Es un movimiento que destruye todo lo que toca, que destruye los cimientos de la naturaleza, de la humanidad y de la democracia. Este movimiento es una mentira.
Las mujeres son hembras humanas adultas. Los hombres son varones humanos adultos. Una madre es una mujer y sólo una mujer. Un padre es un hombre y sólo un hombre. A una niña le pueden gustar los deportes, llevar el pelo corto y jugar con camiones, y sigue siendo una niña. Un niño puede vestir de rosa y tener el pelo largo y jugar con muñecas y sigue siendo un niño.
Sólo las mujeres dan a luz. Sólo los hombres tienen pene. No existen «los penes femeninos», Bill Maher. Y no dejéis que nadie os obligue a decir que los hay.
No dejéis que nadie os diga que lo que digo es «incitación al odio». Y no dejéis que nadie os diga que las mujeres que hablan públicamente sobre sus derechos y sobre la realidad son peligrosas, violentas o cometen algún tipo de delito de odio.
Vivimos en una sociedad democrática y libre. Tenemos derecho a la libertad de expresión. Somos la mitad de la población, y no nos borrarán, y no nos quedaremos calladas mientras se pierde todo lo que sabemos que es verdad y todo por lo que hemos luchado.
Meghan Murphy es escritora y periodista independiente y fundadora y editora de Feminist Current.
Traducción de Contra Borrado
Artículo original