En un nuevo artículo revisado por pares y publicado en la revista Journal of Sex & Marital Therapy, la autora, la Dra. Sarah Jorgensen, sostiene que la comunidad médica tiene la responsabilidad profesional de reconocer a quienes detransicionan como supervivientes de daños iatrogénicos y proporcionarles la atención médica y de apoyo integral que se merecen.
En lugar de preguntarse qué salió mal, qué se pasó por alto y qué se podría haber hecho de otra manera para evitar transiciones médicas inadecuadas, los defensores de la atención de afirmación de género apelan repetidamente a la autoridad: «todas las asociaciones médicas importantes de Estados Unidos apoyan la atención de afirmación de género para menores», aparentemente ajenos al alejamiento de la terapia de afirmación a la carta al estilo estadounidense en muchos países europeos:
«Un número cada vez mayor de autoridades sanitarias de países que antes eran partidarios de la transición médica de jóvenes están cambiando la práctica y dando prioridad a la psicoterapia y al tratamiento de los problemas concurrentes de desarrollo, psicosociales y de salud mental, después de que sus propias revisiones sistemáticas descubrieran que las pruebas que apoyan las intervenciones médicas de afirmación del género son débiles e inciertas.»
Muchas personas trans afirman que les resulta difícil acceder a médicos que puedan aconsejarles sobre lo que pueden esperar al dejar las hormonas o que tengan los conocimientos y la formación necesarios para tratar los efectos adversos duraderos de las terapias hormonales y las complicaciones quirúrgicas. Jorgensen señala que en la actualidad no existen directrices sobre las mejores prácticas para médicos que atienden a las personas que abandonan el tratamiento:
«La Asociación Mundial de Profesionales de la Salud Transgénero (WPATH) publicó recientemente su octavo documento sobre normas de atención y decidió no incluir un capítulo sobre la detransición (Coleman et al., 2022). Del mismo modo, la Guía de Práctica Clínica de la Sociedad de Endocrinología para la disforia de género/incongruencia de género no ofrece ningún consejo sobre cómo interrumpir de forma segura las terapias hormonales (Hembree et al., 2017). La Academia Americana de Pediatría no reconoció la posibilidad de arrepentimiento y detransición en su declaración política sobre la atención a niños, niñas y adolescentes con disforia de género (Rafferty et al., 2018).»
Jorgensen destaca múltiples áreas de incertidumbre que requerirán un debate abierto y un compromiso con la colaboración clínica y la investigación para resolverlas.
«No sabemos qué está impulsando el fuerte aumento en el número de jóvenes diagnosticados o autodiagnosticados con disforia de género (Cass, 2022; Kaltiala-Heino, Bergman, Tyolajarvi, & Frisen, 2018; Zucker, 2019). Del mismo modo, no sabemos por qué la combinación de casos ha pasado rápidamente de ser predominantemente niños pequeños y hombres de mediana edad a ser principalmente mujeres adolescentes con problemas complejos de salud mental y neurodiversidad (Aitken et al., 2015; Kaltiala-Heino et al., 2015; Zucker, 2019). La trayectoria natural de la identificación transgénero en esta nueva cohorte es incierta y no podemos predecir a quién ayudarán las intervenciones médicas de afirmación del género o a quién perjudicarán. La seguridad y la eficacia a largo plazo de estas intervenciones aún se desconocen (Hembree et al., 2017; Ludvigsson et al., 2023; NICE, 2020a, 2020b).»
Es importante destacar que Jorgensen enfatiza que «nos perdemos datos urgentemente necesarios que podrían mejorar los resultados de futuros pacientes al ignorar a personas detransicionadoras.»
Jorgensen señala que los defensores de las intervenciones médicas de afirmación del género han intentado restar importancia al arrepentimiento y a la detransición calificándolos de escasísimos, basándose en estudios obsoletos que no son aplicables a las cohortes de mujeres adolescentes que se autoidentifican como trans que acuden a las clínicas de género en la actualidad. Se niegan a admitir que el modelo de afirmación de género está fallando en algunos pacientes y, en su lugar, han intentado reformular la detransición como un resultado neutro o incluso positivo, proponiendo eufemismos como «viaje de género», «exploración de la identidad» o «deseos dinámicos de intervenciones médicas de afirmación del género» para sustituir el término «detransición».
«En lugar de reconocer la gravedad del problema o que la comunidad médica es responsable del daño causado a estos jóvenes, el mensaje es que no ha habido errores: que la situación es dinámica».
Reflexiones de SEGM
- La tasa de detransición médica en los países occidentales se sitúa actualmente entre el 10% y el 30% y se prevé que aumente. Muchos de los pacientes que han detransicionado sufrirán cambios permanentes no deseados en su cuerpo y efectos adversos a largo plazo en su salud física y psicológica.
- Urge reconocer la detransición como un fenómeno nuevo y estructurar el sistema sanitario para apoyar a esta población vulnerable de pacientes. Sin embargo, debido a la novedad del fenómeno de la detransición, en la actualidad no existen códigos de diagnóstico o procedimiento que reflejen con precisión el estado de pacientes detransicionados ni que garanticen el reembolso a los proveedores de los servicios médicos y de salud mental que necesitarán los pacientes.
- Por este motivo, es urgente que la comunidad médica inicie un debate sobre qué tipos de códigos de diagnóstico y procedimiento son necesarios para garantizar la prestación de una atención de alta calidad a las personas que detransicionan.
SEGM. Society for Evidence-Based Gender Medicine
[Vídeo: Chloe Cole, detrans, explica las secuelas que sufre tras el uso de hormonas y la doble mastectomía https://www.youtube.com/watch?v=9S6I1hynbc8 ]
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