Los extremistas del lobby trans intentaron impedir que la filósofa hablara. Fracasaron, como deberían quienes se oponen a la libertad de expresión.

La elección del tema de Nancy Sinatra These Boots Are Made For Walkin’ (Estas botas son para caminar) fue una burda amenaza. Retumbó ayer en los altavoces que desplegaron una serie de integrantes del lobby trans cuando Kathleen Stock entró en la Oxford Union para participar en un debate. Como recordarán los nostálgicos del éxito de 1966, dice la letra: «Y un día de estos, estas botas te pisotearán».

En el acto, un grupo de infiltrados ―entre ellos una joven que intentó sin éxito pegarse al suelo de la sala de debate delante de la Dra. Stock― no logró pisar la voz de la filósofa. Su charla, amenazada con ser interrumpida por un núcleo duro de estudiantes de Oxford que se oponían a su presencia en el centro, siguió adelante incluso mientras los manifestantes que protestaban en la calle la abucheaban. Fue una victoria de la libertad de expresión frente a la intolerancia y la intimidación.

La Dra. Stock mantuvo la compostura, como ha hecho durante años de persecución por parte de extremistas pro derechos trans, empeñados en silenciarla por el delito de afirmar que la diferencia biológica entre hombres y mujeres es inmutable. Y que un hombre que se describe a sí mismo como mujer no es una mujer, por sincero que sea su deseo de serlo. Por esta opinión, que comparte la mayoría de la población, la odian quienes creen que la ideología puede imponerse a la biología; quienes creen que la intimidación puede silenciar a las personas que anteponen una vida tranquila a defender la verdad.

La Dra. Stock se vio obligada a dejar su plaza en la Universidad de Sussex en 2021 tras sufrir una campaña de intimidación por parte del alumnado transextremista, al tiempo que era repudiada por colegas académicos que deberían haber salido en su defensa. El episodio deja una mancha duradera en la reputación de Sussex, que, al igual que otras instituciones académicas, se ha plegado a las exigencias cada vez más histriónicas del lobby trans.

Por suerte, parece que la corriente está empezando a cambiar. La Dra. Stock recibió el apoyo del primer ministro antes de su charla en Oxford. Rishi Sunak defendió la necesidad de tolerancia: «La universidad debe ser un lugar donde se apoye el debate, no donde se reprima. No debemos permitir que unos pocos, pequeños pero ruidosos, impidan el diálogo». Muy cierto.

Lo que es preocupante es que al Sr. Sunak no se le hayan unido en este llamamiento Sir Keir Starmer y Sir Ed Davey.

Tanto los laboristas como los demócratas liberales han caído presa del transmacartismo, pues sus líderes se han aferrado a un sistema de creencias demencial que les hace imposible reconocer la soberanía biológica de la mujer.

La Dra. Stock no es una intolerante. No odia a las mujeres trans ni quiere marginarlas en la sociedad. Cree que tienen derecho a reconocimiento y protección jurídicos. Pero esto no se extiende al acceso sin trabas a todos los espacios femeninos, como vestuarios y centros para víctimas de violencia machista.

Dice de su condición de enemiga pública número uno del lobby trans: «Ahora es difícil de creer, pero cuando todo esto empezó, pensé sinceramente que la gente no entendía el asunto y que, si se lo explicaba, admitiría que las mujeres transgénero no son mujeres y que los hechos tienen que imponerse a los sentimientos. Parece tremendamente ingenuo, pero he aprendido que no se puede hacer cambiar de opinión a los fanáticos».

Esta semana, el gobierno anunciará la identidad de su «adalid de la libertad de expresión», un académico o académica encargada de mantener este derecho tan básico en los campus. Que esto y la nueva ley de libertad de expresión en la universidad sean necesarios es una reprimenda a los rectores y al personal universitario por permitir que cale este clima de miedo. Un pequeño grupo de académicos y académicas de Oxford salió en defensa de la Dra. Stock antes del debate, pero la gran mayoría guardó silencio…

La transactivista armada con pegamento que quería silenciar a Kathleen Stock no se la pegó a nadie ayer. No se sofocó el debate. La Dra. Stock se ha mantenido fiel a sus principios y hay que aplaudirla por ello.

*Hemos mantenido la terminología «mujer trans» «mujer transgénero» del texto original. Nuestra opción es «transfemeninos» o «varones transidentificados».

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