Chloe Cole, decidió que era transgénero a los 12 años y se sometió a una mastectomía doble tres años después. Ha detransicionado.
Madres, jóvenes que detransicionan y expertos coinciden en cuestionar las terapias afirmativas que solo ofrecen a niñas y niños con disforia el camino de la hormonación y las cirugías. La ideología, el temor y el dinero han desplazado a una cultura clínica que prefiere explorar las causas del malestar que sienten los menores con su sexo
Cuando su hija biológica Alex* se declaró transgénero a la edad de 12 años, Anna* le ofreció su apoyo al instante, pero también tenía preocupaciones. Esta madre de la ciudad de Nueva York sabía que su hija también sufría de autismo, depresión severa y autolesiones, y esperaba que cualquier psicólogo que explorara una transición con su hija consideraría todas esas condiciones como parte del tratamiento.
En cambio, dice que a su hija le ofrecieron bloqueadores de la pubertad después de una evaluación de 10 minutos en «la mejor clínica posible» para atención transgénero en Nueva York. “El autismo de mi hija se pasó por alto por completo”, dijo Anna a The Post.
Aunque Anna necesitaba dar su consentimiento para que Alex comenzara el tratamiento bloqueador de la pubertad (a lo que ella se negó), afirma que ella y su esposo se sintieron presionados para darle las hormonas. “Desde el primer momento que le dijimos a su consejero que nuestra hija dijo que era trans, nos dijeron que el estándar de atención es afirmar. Eso fue todo. Sin preguntas. Pensé que tenemos que confiar en la ciencia, tenemos que confiar en los profesionales médicos. Pero ahora sé que tienen poca comprensión de lo que realmente está pasando”.
En los tres años transcurridos desde que Alex se identificó como transgénero, la adolescente ha sido hospitalizada varias veces por motivos de salud mental y ha intentado suicidarse una vez. Ahora a su madre le preocupa que los terapeutas hayan enviado a su familia por el camino equivocado.
“No hubo una exploración real de lo que significa ser trans”, dijo Anna. “¿Qué quiere decir con que se siente como un niño? ¿Por qué crees que no eres una niña? Dime más. ¿Cómo te sientes? ¿Cómo lo sabes? ¿Y qué significa eso para ti? No hubo exploración alguna de esas cuestiones”.
Muchos padres de niños con disforia de género se sienten como Anna en este momento, cuando les dicen que deben apoyar las transiciones de sus hijos a toda costa. En junio, el presidente Biden prometió garantizar el acceso a la atención afirmativa de género para todos los jóvenes trans estadounidenses a través de una orden ejecutiva. Pero ese mismo enfoque fue cuestionado recientemente en el Reino Unido, donde la única clínica del país que trata a menores trans cerrará el próximo año luego de un informe condenatorio.
En julio, el Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña anunció planes para cerrar el Servicio de Desarrollo e Identidad de Género (GIDS, por sus siglas en inglés) en la clínica Tavistock en Londres, donde miles de pacientes jóvenes han sido tratados desde 1989. Según un informe independiente, los problemas de salud mental de los pacientes «a veces se pasaban por alto» y el personal se sintió presionado para adoptar un “enfoque afirmativo incuestionable”.
Según ese informe de la Dra. Hillary Cass, se ha producido un “aumento significativo de derivaciones”, pasando de 138 en 2010 a 2.383 en 2020, y con una lista de espera de dos años que incentivó al personal de GIDS a apresurar a niñas y niños en sus transiciones. GIDS no recopiló datos sobre los tratamientos ofrecidos en la clínica o sus resultados a largo plazo, afirma el informe Cass.
Una paciente joven, Keira Bell, una mujer biológica que hizo la transición médica a un hombre en GIDS, llegó a demandar a la clínica y escribió en una publicación : «Las consecuencias de lo que me sucedió han sido profundas: posible infertilidad, pérdida de mis senos e incapacidad para amamantar, genitales atrofiados, una voz permanentemente cambiada, vello facial. Cuando me atendieron en la clínica de Tavistock, tenía tantos problemas que era reconfortante pensar que realmente solo tenía uno que necesitaba solución: era un hombre en un cuerpo femenino.
Pero era trabajo de los profesionales considerar todas mis comorbilidades, no solo afirmar mi ingenua esperanza de que todo pudiera resolverse con hormonas y cirugía”. Keira Bell
El GIDS ahora está programado para cerrar en la primavera de 2023, y el NHS cambiará sus servicios de identidad de género a centros regionales más pequeños mejor equipados para tratar a los pacientes de manera integral, según lo recomendado por el informe.
El ex ejecutivo de Tavistock, Marcus Evans, le dijo a The Post que se siente «reivindicado» por el informe de Cass. Evans fue Director Clínico de Servicios para Adultos y Adolescentes en Tavistock and Portman NHS Trust, que supervisa el servicio de idnetidad de género GIDS, pero renunció a su cargo en la Junta de Gobernadores en 2019 por sus preocupaciones acerca de que los niños estuvieran siendo empujados a transiciones médicas.
“No hay investigaciones que justifiquen nuestros enfoques actuales. Estamos en la oscuridad y estamos poniendo a los menores en una cinta transportadora médica”. Es absolutamente extraordinario”. Marcus Evans, exdirector de Tavistock.
Gran Bretaña es uno más de los países europeos que está frenando la medicalización de la juventud transgénero. En marzo, la Academia Nacional de Medicina de Francia aconsejó precaución sobre la atención de afirmación de género para los jóvenes. En febrero, Suecia, un país progresista que anteriormente estaba a la vanguardia en la prestación de servicios médicos a jóvenes transgénero, también cambió de rumbo. La Junta Nacional de Salud y Bienestar de Suecia actualizó sus pautas para tratar a los jóvenes trans, reduciendo el uso de bloqueadores de la pubertad y hormonas del sexo cruzado, y dijo que no ha habido suficiente investigación sobre su eficacia o efectos secundarios.
Pero, aquí en los Estados Unidos, el modelo de cuidado afirmativo todavía se acepta con los brazos abiertos.
En enero, la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) se reafirmó en su política de 2018 que aboga por la terapia de afirmación de género para menores, incluido el uso de bloqueadores de la pubertad y hormonas cruzadas. Según la AAP, “los jóvenes que se identifican como TGD (transgénero y de género diverso) [deberían] tener acceso a una atención médica integral, que afirme el género y apropiada para el cuidado de su desarrollo”.
Dos meses después, un grupo de cinco pediatras firmó una carta en la que pedía a la AAP que reconsiderara estas pautas.
“Queremos que nuestros hijos sean afirmados como seres humanos completos”, escribieron los autores. “Y queremos que sean tratados con intervenciones basadas en evidencias que aseguren que los beneficios superan los riesgos”. Pediatras de EEUU
Pero, hasta ahora, sus llamadas a una mayor moderación han caído en saco roto.
Erica Anderson, psicóloga clínica especializada en género, sexualidad e identidad, está de acuerdo en que el modelo de atención afirmativa se ha salido de control. Anderson, transgénero, aboga por un enfoque exploratorio y metódico que haga hincapié en una evaluación completa de la salud mental antes de cualquier intervención médica.
“[La atención exploratoria] ha sido el estándar de atención en los Estados Unidos, pero en algunos círculos está siendo ignorada, para mi disgusto”, declaró Anderson a The Post.
“Muchos padres se ponen en contacto conmigo. . . y [me informan de que] en lugar de obtener una evaluación psicosocial individualizada completa, se les dice: ‘Aquí está el camino hacia las hormonas’ ” Dc. Erica Anderson
Si bien se requiere el consentimiento de los padres antes de que los jóvenes trans menores de 18 años se sometan a una transición médica, muchas mamás y papás se sienten presionados a consentir el tratamiento. Y a Anderson le preocupa que los niños se vean perjudicados por este rápido enfoque de atención afirmativa, tanto en EE. UU. como en el GIDS [de Reino Unido].
«En la prisa por tratar a estos niños, se han tomado algunos atajos, y esos atajos no van a resultar buenos a largo plazo. Creo que vamos a tener un mayor número de menores a los que no les va bien la transición con medicamentos y que, en última instancia, destransicionarán.»
Los jóvenes americanos que transicionaron ya se están pronunciando.
En julio, Brian Waggoner, de 31 años, le contó a The Post cómo decidió detransicionar después de años de vivir como una mujer en tratamiento con estrógenos. “La transición empeoró todos mis problemas”, dijo. “Aquí los médicos pueden ganar mucho dinero. Ven los brillos del dólar y, al final, es el dinero el que habla”. Y Chloe Cole, [que decidió que era transgénero a los 12 años y se sometió a una mastectomía doble tres años después], está haciendo campaña a favor de una norma de Florida que impedirá que los fondos de Medicaid paguen por intervenciones médicas en casos como el suyo.
“La transición empeoró todos mis problemas”. Brian Waggoner
Para complicar las cosas, en Nueva York y otros estados azules [demócratas], hay leyes que consideran «terapia de onversión» cualquier intento de no reafirmar la identidad de género de una persona. La vaguedad de la ley ha dejado a algunos terapeutas en el limbo, preocupados de que cuestionar los sentimientos de sus pacientes sobre la disforia de género pueda poner en peligro sus carreras o incluso exponerlos a acciones legales.
“Para algunos que tienen miedo de ser acusados de hacer terapia de conversión, aunque no lo crean y no lo llamen así, estas leyes pueden ser intimidantes”, Erica Anderson
Esta ambigüedad legal también ha dejado a padres como Anna sintiéndose excluidos de las transiciones de sus propios hijos. “El gobierno, las escuelas y el presidente hablan de afirmación todo el tiempo y tratan de abrir una brecha entre los niños y sus padres”, dijo Anna. “Realmente siento que estamos atrapados en este estado azul profundo donde la afirmación es la única opción legal para la atención”.
Para que algo cambie, la industria del tratamiento transgénero debe detener esa “cultura política y restablecer una cultura clínica en la que las personas puedan cuestionar, discutir y ver las cosas desde diferentes puntos de vista”. Marcus Evans, exdirector de Tavistock
Anderson está de acuerdo. “Es justo lo que hacen los terapeutas. ‘Cuéntame más, quiero entender y explorar todos los factores que podrían estar relacionados’”.
Hasta que podamos establecer tal cultura, Anna se anima con las noticias sobre el enfoque más moderado de Europa.
“Me da mucha esperanza”, dijo Anna, quien agregó que su hija finalmente está en un lugar mejor con una mejor salud mental en general. “A medida que salgan a la luz más y más de estas historias de jóvenes vulnerables que se sienten traicionados por la atención que recibieron, será imposible ignorarlas”.
*Los nombres son supuestos
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